-
Venezuela es actualmente un país más pobre que Zimbabue
-
El movimiento estudiantil ha anunciado una cruzada por el país para vencer el miedo y rescatar la democracia
-
Según el Fondo Monetario Internacional este año la inflación cerrará en 5500%
Las avenidas de Caracas parecen un gran parqueadero desde la madrugada hasta el final de la tarde. La ciudad vuelve a vivir una angustiante escasez de gasolina (y diesel) que muchos ya entienden como una enfermedad endémica. Es la forma como los venezolanos siguen pagando las consecuencias por la destrucción de la empresa estatal petróleos de Venezuela tras 21 años de socialismo del siglo XXI.
País en la miseria
En Venezuela se percibe un silencio en la sociedad que contrasta con la realidad del país. Los venezolanos soportan la hiperinflación más prolongada de su historia. 2021 serán el cuarto año consecutivo de un proceso inflacionario que ha pulverizado el bolívar, la moneda nacional que ya nadie quiere. Según el Fondo Monetario Internacional este año la inflación cerrará en 5500%.
En el último Índice Anual de Miseria de Hanke, un promedio que se obtiene de las tasas de desempleo, inflación, préstamos bancarios y variación del PIB, Venezuela ocupó el primer lugar como la nación más miserable del mundo, por encima de países pobres como Zimbabue.

Largas colas para llenar el depósito de gasolina en Caracas
Además es el país con el sistema más corrupto de Latinoamérica y el Caribe y el quinto a escala global, según transparencia internacional. A Pesar de ello en Venezuela no se registra una protesta contundente desde el 2019. El gobierno de Maduro cuya aprobación apenas supera el 10% solo ha permitido, sin reprimir, pequeñas manifestaciones que no suponen riesgo a su estabilidad.
Miedo inducido a la represión
La gente por momentos parece resignada a sobrevivir al ”salvase quien pueda” que ha impuesto el gobierno el gobierno chavista. Aunque Carlos Rincón, un hombre de 55 años que también espera en la fila para echar gasolina, aclara que no es resignación sino “miedo, miedo a la represión”, lo que mantiene a la mayoría de los venezolanos en una especie de sumisión que no coincide con la historia contestataria de este país. “Anda y reclama ahí en la bomba para que te digan: no tienes gasolina o simplemente te montan en una patrulla, te agarran el carro te lo remolcan y te jodiste, así de sencillo, porque estamos viviendo un estado de terror, dice Carlos en tono de decepción.
“¿A quién le reclamas? No puedes reclamar a nadie, te graban tu cara y después te quitan el derecho a surtir gasolina”, dice una mujer enfadada, porque lleva casi tres horas en la fila y no se ha movido ni 10 metros.
En algunas zonas de Caracas, que se supone es la ciudad en donde menos se sufre por la precariedad de los servicios públicos, los cortes eléctricos son constantes. En las redes sociales es común leer mensajes de reclamo por las persistentes fallas pero también por el agua y el gas, etc.
Por eso algunos analistas opinan que en Venezuela hoy día los motivos para un estallido social son mayores a los que motivaron la rebelión popular de 1989, conocida como El Caracazo, una oleada de saqueos espontáneos contra un paquete de medidas económicas anunciadas por el entonces presidente Carlos Andrés Pérez, que planteaban un leve incremento a la gasolina y un aumento del pasaje. Hechos que hasta la fecha son utilizados como bandera por el chavismo para afianzar su narrativa populista, a pesar de que ahora en este país se venda la gasolina a precios internacionales y el transporte público como el Metro de Caracas trabaje al mínimo de sus capacidades.
“Sistema opresivo”
El activista y defensor de los derechos humanos Carlos Julio Rojas, dice a NIUS que el gobierno de Maduro ha arreciado su estrategia de hostigamiento contra la sociedad civil, lo que considera ha sido “el muro de contención, contra un estallido social o rebelión popular”. “Es el hostigamiento y agresión contra el activista ciudadano, periodista y defensores de derechos humanos”, explica Rojas sobre la política sistemática de violación de derechos humanos por las cuales el gobierno de Nicolás Maduro, ha sido denunciado por crímenes de lesa humanidad ante la Corte Penal Internacional.
Julio asegura que ejercer el legítimo derecho a la protesta en Venezuela tiene un alto precio aunque sobren las razones para salir manifestar en las calles. En su caso ha si do ha sido encarcelado cuatro veces por protestar contra el gobierno. Una de ellas en la prisión militar de Ramo verde donde también estuvo preso el líder opositor Leopoldo López. Asegura que el gobierno ha entregado más poder a los grupos parapoliciales llamados colectivos para reprimir al pueblo e impedir que le gente se exprese libremente en las calles.
“Lo más grave es que estos colectivos han llegado a puestos políticos y ya no pueden decir que ellos actúan por su cuenta” sostiene Rojas . “Nosotros calificamos como un gran insulto a los venezolanos cuando Diosdado Cabello, dice que las protestas en Colombia son por hambre y las protestas aquí son pagadas”, señala Rojas para referirse a las opiniones del número dos del chavismo, a inicio de las protestas en Colombia. Declaraciones que algunos sectores interpretaron como una señal de injerencia.
“Es el pueblo Colombiano que se cansó. Aquí salieron a protestar (2017) pagados por la burguesía, en Colombia están saliendo porque los están matando. Colombia ha sido tomada por mafiosos, señaló la pasada semana en su programa televisivo Con el Mazo Dando, que transmite la televisora pública VTV.
No obstante, el 1 de mayo el fiscal general afín a Maduro, Tarek Willian Saab, y ante la presión internacional, admitió que el joven estudiante Juan Pernalete, caído en las protestas de 2017 y el caso más polémico entre los más de 160 fallecidos había muerto por el impacto de una bomba lacrimógena proyectada por un guardia nacional y no por una supuesta pistola de perno accionada por un manifestante, la versión que durante casi 4 años el oficialismo y la fiscalía sostuvieron. Además reconocía que el concejal opositor Fernando Albán, detenido en 2018, fue arrojado desde un piso 10 mientras se encontraba bajo custodia del Estado, cambiando la versión inicial de suicidio.
“Ellos critican el tema de Colombia y ellos son los máximos represores. Esto no es ninguna revolución, esto es realmente un sistema represivo que no tiene nada que envidiar al fascismo en su momento de Mussolini o de Adolfo Hitler”, opina a NIUS el defensor de los derechos humanos, Carlos Julio Rojas.
Cárcel y secuestro
Desde enero de 2014 hasta 2020, la ONG venezolana Foro Penal registró casi 3500 detenciones arbitrarias por motivos políticos. Actualmente en Venezuela hay más de 300 presos políticos o presos de conciencia. Uno de ellos ha sido el comunicador Jesús Medina, 11 veces detenido por el gobierno de Nicolás Maduro. En 2017, Medina hizo un llamamiento público a las favelas de Caracas para que se sumaran a las protestas antigubernamentales que ese año paralizaron la capital durante cuatro meses. El desafío, dice, le costó un año y 4 meses de prisión en la cárcel de Ramo verde en donde asegura sufrió torturas psicológicas.
“En el caso de cuando me llevan a la cárcel militar de Ramo Verde, cuando me detiene el Sebin, Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, ellos me agraden físicamente”, recuerda Medina. “Incluso yo mando a avisar, que estaba bien por la amenazas que ellos me tenían, pero yo estaba totalmente golpeado”, cuenta. ”Físicamente estuve perdiendo los dientes, estuve perdiendo el cabello y la vista”.
Medina cuenta que antes de ser encarcelado en 2018 sufrió un secuestro que también atribuye a miembros del gobierno de Nicolás Maduro. “Yo denuncié públicamente quienes me habían secuestrado. Estaba metida la mano de Diosdado Cabello, a mí no me tembló el pulso para decir que Diosdado había sido el responsable de mi secuestro”, incluso, me obligaron a salir de Venezuela por amenazas a mis familiares diciendo que me iban a asesinar a mis familiares”, afirma Jesús Medina, quien también cree que éstas son una de las principales razones por las cuales la gente prefiera callar su opinión y menos expresarse en acciones de protestas.
“Ese es el temor de los venezolanos, por qué no protestan, el porqué no salen a luchar, por qué muchos se han ido del país, es porque el Estado no sólo te persigue a ti sino que persigue también a tus familiares y allegados”, sostiene.
Ruta por Venezuela
En la casa que vence las sombras, la Universidad central de Venezuela. Los integrantes de la Federación de Centros Universitarios también quieren vencer el miedo. Para ello iniciarán el 5 de junio un recorrido por todo el país en lo que han denominado la Ruta por Venezuela, una campaña de desafío, presión cívica, social y política al régimen de Nicolás Maduro para forzar un proceso de acuerdo integral con condiciones que permitan encontrar una solución urgente, según explicó a NIUS David Sosa, presidente del Centro de Estudiante de la Universidad Central de Venezuela.
Para Sosa se trata de enfrentar a un “régimen autoritario con vocación totalitaria”, que se ha valido de “una serie de estrategia políticas, sociales y económicas que coartan la posibilidad de la organización de los sectores de la sociedad para hacerle una contraparte, hacerle un contrapeso a ese poder desmedido desde el Estado, ejercido por el gobierno de Nicolás Maduro”.
“Es importante que entendamos que el miedo no necesariamente representa la realidad, yo he sentido miedo manifestando en el centro de Caracas y me he dado cuenta que el miedo no era real, no estaba basado en algo concreto y la gente tiene que entenderlo para que la gente no se paralice, señala el estudiante David Sosa.
La ruta por Venezuela se propone congregar aproximadamente al 3.5 por ciento de la población venezolana en las calles, el equivalente a un millón de personas.
Fuente: Nius Diario